Dieciocho de ellas se matricularon en el examen previsto para mayo de 2020, que tuvo que posponerse, ya que los examinadores de la Royal Academy of Dance of London (RAD) no pudieron volar a España. Seis meses después, un 21 de noviembre, las niñas realizaban el examen en Madrid, con los nervios a flor de piel y el entusiasmo y las ganas de presentarse a una prueba tan esperada. Nos lo cuenta la profesora de la extraescolar Rosa María González Vivas, diplomada por la RAD y miembro del Consejo Internacional de la danza de la UNESCO, que imparte clase junto a Blanca Pérez de Castro, profesora adjunta de ballet en el Colegio.
Superando obstáculos: la preparación para el examen
Durante el verano, las chicas recibieron clases online para poder prepararse. “La experiencia de las clases online ha sido algo anecdótico, aunque también divertido. Es una herramienta que permanecerá por si hubiera situaciones similares de pandemia que no permitieran impartir clases presenciales en grupo, por alumnos/as debieran recuperar clases en horario extraescolar, o por si no pudieran asistir presencialmente por otros motivos. Es un sistema de enseñanza complementario que ha venido para quedarse”, comenta la profesora.
Cuenta que al principio, con la cámara del ordenador, por el espacio, era difícil ver a las niñas de cuerpo entero. “Algunas son pequeñas (de Year 1) y se tenían que vestir, hacer el calentamiento… Y que aprendieran en las clases. Lo bueno es que estábamos en grupos de seis y teníamos el antecedente de la docencia online en marzo”.
Ya en septiembre pudieron empezar a ensayar en el Salón de actos del colegio, con las medidas de seguridad e higiene correspondientes en este espacioso lugar.
Ahora el método para impartir clases online se ha mejorado, ya que el aula de clase online, cuenta con pantalla de 75 pulgadas y cámaras que permite un espectro muy amplio de visión.
Una prueba de una institución centenaria
El examen de Ballet lo realiza la prestigiosa Royal Academy of Dance of London que en 2020 cumplió cien años de su fundación. “Se trata de un sistema internacional y oficial en Reino Unido patrocinado por la Casa real (los diplomas vienen con su sello)”, explica Rosa María. “Pasar las pruebas te da UCAS: créditos en el sistema educativo inglés, que te pueden servir en el acceso a los estudios en una universidad de Reino Unido. Ahí tienen mucho prestigio, por lo que facilita la entrada”.
Los bailarines y bailarinas pueden empezar con el Pre-School Dance Curriculum, un programa denominado por la RAD: “Dance in your own tune”, desde los dos años de edad, y después pasar, desde los 5 años, a los niveles Pre-Primary y Primary. A continuación, existen ocho niveles Graded y seis niveles Vocational Graded.
“En los primeros años, entro yo con ellas al examen. El examinador les pide una serie de ejercicios, que son cada vez más difíciles con la edad. Dependiendo del número de alumnos, el examen dura entre treinta minutos y una hora”, cuenta la profesora.
Asegura que en los exámenes se les pide que lo hagan lo mejor que puedan según sus condiciones físicas: “Los examinadores valoran el trabajo realizado, y ellos se dan cuenta de hasta qué punto pueden llegar. A los más mayores, en los exámenes vocacionales sí que les exigen contar con ciertas condiciones físicas, porque les va a resultar más fácil hacer los ejercicios y facilita tener éxito en su desarrollo profesional como bailarín/a. No obstante, la RAD tiene un enfoque inclusivo, y ofrece muchas opciones de examen además de los profesionales. Esta diversidad de opciones, permite elegir la que mejor se adapte a cada alumna/o, independientemente de su edad y condición física o intelectual. El fin es obtener los mejores resultados y disfrutar de los grandes beneficios que ofrece la danza”.
Más allá del resultado
En el primer año, los estudiantes obtienen el ‘pasa’ o ‘no pasa’, el resultado no es numérico. También reciben un informe escrito y una medalla. “Es una experiencia muy gratificante. Aunque los examinadores tienen criterio y especifican mucho, en el examen les hacen sentir bien desde el momento en el que entran”, cuenta Rosa María. “Aparte de que sirva para el currículum, repasan todos los conceptos, los pasos, aprenden… Es una motivación. En los exámenes y festivales es donde ven recompensado su trabajo”.
Todas las alumnas de primer año de Kensington que se han presentado han pasado la prueba y las que hacían el examen de tipo vocacional, algunas actualmente en Y5, 6 y 7, han obtenido un notable de nota media. “Los resultados han sido parecidos al año anterior, así que el nivel se ha mantenido pese a la pandemia, que parece no haber sido un problema. Además, en todos los años que llevo en Kensington no ha habido ningún suspenso. La preparación es muy buena y nos aseguramos de que estén listos antes de matricularse”.
Ballet como extraescolar
Una vez pasado el examen, se presentó la oportunidad de reanudar la extraescolar, en grupos de ocho y con niñas del mismo curso para no romper los grupos burbuja. ”Por la condición física se necesita continuidad. Cuando ensayamos no se cambian ropa del todo y no bailamos en pareja, sino que mantenemos la distancia mínima”. Se amplió el grupo a cuarenta y cinco alumnas en diciembre, y en mayo ya contamos con sesenta y tres, divididas en siete grupos que practican ballet al mediodía y los martes por la tarde.
“El ballet clásico es una disciplina pedagógica que está muy bien ideada. Es una actividad muy social cuyo objetivo es que los estudiantes aprendan y estén motivados.”, defiende Rosa María.
Los alumnos interiorizan el concepto de armonía y aprenden a saber moverse, colocarse, alinear correctamente los pies y brazos, etc. “Por supuesto que requiere un gran trabajo físico, pero el ballet es fundamentalmente una variante del arte, ya que no está considerado como un deporte sino como una actividad artística”.
Otro valor añadido que ofrece el aprendizaje del ballet en Kensington School a partir de este año, es el aprendizaje, a partir de Y3, de la escritura de la danza en partituras, por el Método Benesh de notación. Es un sistema internacional de símbolos utilizado para el registro de movimientos. Así, los alumnos anotarán las posiciones, pasos y bailes completos de una forma clara y eficaz.
En definitiva, el ballet refuerza y amplía lo que los estudiantes ya viven en nuestras aulas: el amor por el arte y por la música, el valor de la perseverancia y el esfuerzo, el respeto a los demás y el trabajo en equipo… incluso el aprendizaje de idiomas. “Las clases de preparación se realizan en inglés, porque los examinadores lo van a pedir así. Además, tiene formación en la lengua francesa porque el vocabulario del ballet es el francés, la lengua internacional de la danza”, concluye la profesora.